sábado, 1 de diciembre de 2012


Un lugar llamado “Polvos Azules”


Zapatillas con destapadores y polos electrónicos. Minifaldas y pantalones pitillos. Perfumes finos y maquillaje en barra. Vídeos del recuerdo y últimos estrenos. Menú de cinco soles hasta platos a la carta. En efectivo o a crédito. Todo lo “fashion”, lo firme y lo bamba, se encuentra aquí y lo podrá comprobar si se da una vuelta por el Centro de Lima.

Si bien hace 31 años era solo una feria caótica y peligrosa, hoy se ha convertido en un gran emporio comercial, donde comprar barato o caro, ya es cosa de cada bolsillo. Y es que son 2070 puestos los que garantizan que todo es más barato y mejor que en otro lugar. En este gigante espacio de 16 mil metros cuadrados se alberga el olor popular que caracteriza el recorrido del limeño deseoso de comprar.

Polvos Azules resume nuestra Lima de chicha y reggaetón, de mondonguito a la italiana con Dolce & Gabbana, películas desde tres soles y vídeo juegos de última generación.

Pero este sueño de logro tiene su historia y lo reflejan cada uno de sus grandes comerciantes. Así como es el caso del “coquetón y risueño” vendedor de ropa, Don Sebastián Ccorimanya, que desde hace 27 años comenzó su trayectoria de ventas en las calles de Jirón de la Unión, cuando aún el Centro de Lima era una maraña de ambulantes en las avenidas principales. Es que esa anarquía comercial reinaba rompiéndoles la cabeza a las autoridades que no sabían cómo diablos deshacerse de ese problema.

Es así como dentro de la oscuridad nace una luz a de esperanza, y Don Sebastián junto con 2000 ambulantes apostaron al ser reubicados en el Pasaje Santa, la que es ahora la Alameda Chabuca Granda, allá por el año 1981. Sorteando los pabellones y reconstruyendo su sueño con esfuerzo y dedicación, se abrió paso al que ahora no quedan ni huellas de lo que alguna vez comenzó siendo Polvos Azules.

No pasó mucho tiempo para que Polvos Azules en un éxito, con todo lo que un cliente espera encontrar, con contrabando incluido y precio a ganga y objetos más elevados para los pitucones. El pasaje Santa se convirtió en el hueco popular más conocido.

Pero la dicha de lo informal no duró mucho tiempo, ya que en el año nuevo de 1993, este monstruo inmenso se redujo a escombros causados por un foras incendio causado por un corte circuito. El esfuerzo de toda una vida se veía reflejada en las llamas del que pensaron nunca más recuperarse.

Pero “Dios no olvida” dice Don Sebastián y los pocos que pudieron levantarse y tomar la decisión de salir adelante, teniendo la idea de adquirir un local propio, la cual no era una idea descabellada aunque esto les costara 5 millones de dólares. De esta manera ya no serían más los informales correteados por la policía, Y es así como en 1997 se mudaron a orillas de la Vía Expresa, como dando la bienvenida al Centro de Lima, así comenzaba la nuera era de Polvos Azules.

“Te queda bonito, llévalo amiguita. Es garantía caserita, otros lo venden a más precio”. Son tan solo algunos de los “floros” que utilizan estos astutos comerciantes para que sus ventas sean productivas y rayen la mercadería que se trajo hoy, porque mañana se descargará más.

El cliente pide lo que quiere y lo tiene al precio que quiere, pero tampoco se debe pecar de ingenuo, no se debe de apostar al ver una billetera Rip Curl, una cartera Gucci o unas zapatillas Nike a solo 100 soles, porque se llevará la sorpresa de su vida.

Polvos Azules figura en una de las vías más importantes de turismo mundial, obligando a los vendedores a recursearse con un inglés más picado pero efectivo para negociar, porque si no se perderá un cliente. Cosa que está prohibido permitirse.

Y si se está agotado por las compras y las tripas empiezan a crujir, a falta de hamburguesas, está un rico frejol con seco a la huachana. Y si se quiere pizza y no hay, nada mejor que una trucha frita con un vaso heladito de chicha morada. Es que son solo 150 platos por los 13 puestos de comida en los cuales se podrá escoger. Una elección con sabor a complicado pero que al final su paladar quedará más que satisfecho.

Pero es en el laberinto del olor a nuevecito con la garantía ofrecida a la caserita, donde se concentra la multitud. Aquí se encuentran todas la tendencias de moda; urbana para las jovencitas, vanguardistas para aquellos con personalidad, sexy y casual para las atrevidas.
¿Quién dijo que irse de “shopping” a Polvos Azules no era glamoroso?, ¿quién dijo que no era glamoroso? Quien lo dice que tire la primera piedra.

Luego de 27 años, Polvos Azules con esa personalidad pujante, colorida, migrante y pirata, sigue creciendo y haciéndose cada vez más popular, y quizá algún día no muy lejano, una ex reina de belleza como Carolina Cruz o una actriz internacional como Angelina Jolie se atreva a decir ante cámaras: “Polvos Azules, todo bueno, todo barato”.